Martín Bauer.
«He compartido con Mariano y con el GVD algunos de los grandes momentos de la historia del Ciclo de Música Contemporánea del San Martín... Por supuesto Rotkho Chapell de Feldman, cuando el ciclo recién arrancaba, hace unos diez años, algunas otras aventuras musicales en el medio y muy especialmente el año pasado Oresteia de Xenakis... Imborrable... Aprecio mucho la ductilidad del coro, y su capacidad por embarcarse en proyectos exigentes y sin garantía de éxito... Lo que se dice unos verdaderos artistas...»
Víctor Torres.
«Conozco al GVD desde hace muchos años. Participé como integrante invitado-solista en la Misa de Kodály. Conozco el trabajo que hace Mariano Moruja, músico y ser humano profundo, de gran humildad, y absoluta conexión con su camino y lo que espera de él. El coro tuvo diferentes formaciones, con algunos pilares fijos que están desde siempre, grandes valores del coro. El repertorio es variado, novedoso y rico. Las versiones son siempre de gran calidad. Tuve la suerte de que interpretasen una obra mía. Cuando me senté en el banco de la iglesia de Guise, y comencé a escuchar los primeros compases, me dije, por casi única vez en mi exigua experiencia de compositor, –esto es lo que yo imaginé cuando la escribí–, y una lágrima le hizo honor a mi amigo Daniel Cirillo, a quien estaba dedicada esta canción.»
Eduardo Ferraudi.
«Tuve la suerte de ser parte del GVD, y confirmo escuchándolos año tras año, que puedo disfrutar de su arte plenamente, no pensando en bombardeos de perfecciones varias (que seguramente alcanzan) sino en vivir momentos de profunda comunicación entre música y palabra, que de eso básicamente se trata el canto coral que profesan y cumplen. Y de la conmoción que su hecho artístico produce.»
Mario Witis.
«Conozco al grupo desde sus inicios. Siempre fue un grupo que apuntó a la calidad. Siempre se puso metas altas y las fue alcanzando con trabajo, paciencia, estudio y profundidad. Conocí a muchos de los músicos que pasaron por el grupo. Bien digo, músicos, sobre el prejuicio de que un cantante no lo es. Grandes músicos que luego integraron, dirigieron y participaron en los más altos proyectos musicales de la Argentina. Muchos de ellos también docentes que forman a los músicos actuales. El GVD es un joven proyecto con mucha historia. Viví también la tristeza de perder en el camino a unos cuantos queridos amigos que fueron parte de la raíz de la que hoy se nutre el grupo. Pero que le dejaron su impronta musical y humana. Aunque nunca integré el grupo en forma estable, siempre que pude me agregué a algún proyecto en el que pudiera intervenir. Placer indescriptible. El GVD todo el tiempo transmite emotividad. Un párrafo aparte para Mariano y la gran evolución que veo en él como director. Las últimas veces que lo vi dirigir, quedé muy impresionado por la delicadeza expresiva y al mismo tiempo por la precisión del gesto. Estas son virtudes fundamentales de un director, lograr que el coreuta se sienta seguro y al mismo tiempo cuidado y respetado. Al verlo dirigir a Mariano da la sensación de que el coro no puede responder de otra manera. Hay en el GVD una sumatoria de trabajo, idoneidad y expresividad que cada vez conmueve más. Hoy en día, según mi modo de ver, el GVD es uno de los mejores coros de cámara de la Argentina, abordando con soltura y calidad, las obras más diversas de todo el repertorio coral de cámara. Y principalmente, es el gran placer del espectador, que se va de los conciertos con la sensación de que en Argentina se puede hacer lo que ellos hacen, más allá de profesionalismos, grandes teatros y publicidades.»
Pablo Gianera.
«Lo notable del Grupo Vocal de Difusión es que desmiente el lugar común de que la música debe escucharse con los ojos cerrados. Moruja y su coro demandan en cambio una atención también visual. Se trata de un espectáculo en el sentido menos banal de la palabra. Hay una verdadera continuidad inmaterial entre el gesto del director y los cantantes. Lo que se ve es el modo en que el cuerpo de uno modifica las voces de los otros, del coro, en tiempo real.»